La moda es un medio de expresión no verbal que ocurre como el primer contacto que tenemos con las personas de nuestro entorno.
Por medio de las prendas, la moda no solo nos permite explorar nuestra individualidad y creatividad, sino que también funge como el reflejo de nuestras experiencias, cultura, pensamientos y personalidad. Así que, de manera indirecta, la moda es una de las herramientas de agrupación e identificación más importantes dentro de cualquier sociedad.
Además de sus características funcionales, se reconoce a la moda como la interpretación creativa del contexto social y cultural que nos rodea. Gracias a las prendas que vestimos, podemos identificar los avances y el desarrollo de una sociedad, las luchas, las problemáticas que enfrentamos, y el reflejo del pensamiento colectivo.
Indiscutiblemente, existen factores como el clima, la ubicación geográfica, la religión, edades, poder adquisitivo, etc., que son determinantes sobre las características de la indumentaria colectiva. Sin embargo, dentro de cualquier sociedad existen grupos minoritarios que, motivados por las injusticias, desigualdades, luchas, discriminación, nacionalismo y entre otras circunstancias, desempeñan un papel crucial sobre la expresión de la moda.
Bajo este contexto podemos referirnos a la estética punk, hippies, emos, cholos, etc., que por medio de sus prendas, evocan a la lucha y rebeldía ante una sociedad que les oprime. Salir de la norma y de lo ya establecido, forma parte del diálogo que estos grupos han entonado por generaciones. En ocasiones, estas luchas giran en torno a la visibilidad de las diferentes culturas y comunidades que han sido base de nuestra sociedad, a fin de mantener vivas las tradiciones y la indumentaria típica que construyó la historia.
A pesar del gozo que existe sobre la creatividad y la libertad de expresión, dentro de la industria de la moda ha ocurrido algo distinto. Con el fin de incrementar las riquezas y el amplio desarrollo económico.
Lo que ocurre con las grandes firmas y diseñadores dentro de la industria, es el mero blanqueamiento de las características tradicionales que definen a diferentes culturas dentro de la sociedad. Con el objetivo de atraer más consumidores, se toman aquellos simbolismos y conocimientos culturales para venderlos bajo una idea occidentalizada que permita que más personas se identifiquen con sus prendas.
De tal forma, la explotación creativa e intelectual de diferentes comunidades se ha normalizado por las firmas y diseñadores; mientras que la falta de cuestionamientos por parte del consumidor, solo ha perpetuado la aceptación de dichas prácticas. De manera casi cíclica, cuando el colonialismo sobre alguna comunidad logra que las firmas alcancen a un importante número de nuevos consumidores, llega el momento de buscar en otro grupo alguna particularidad que pueda convertirse en “tendencia” para un nuevo mercado.
Irónicamente, dentro de la industria se vende al consumidor la idea de mantener viva la originalidad e individualidad. Por lo tanto, cuando las tendencias vigentes llegan a un amplio número de consumidores, es momento de generar nuevas necesidades y aspiraciones; lograr que el consumidor cambie de perspectiva y “elija” adherirse a las nuevas tendencias.
En la actualidad, identificamos este fenómeno con la tendencia de los pantalones a la cadera. El boom del Y2K con el regreso de los 2000 ha arrastrado consigo a la tendencia más detestada por la generación millennial. Justo cuando la conversación y lucha sobre la representación de diversidad de cuerpos toma fuerza, la tendencia responsable por miles de trastornos alimenticios a principios de siglo desfila su regreso.
¿Será que con la reaparición de esta prenda, surjan nuevas inquietudes y necesidades?
Parte fundamental para el crecimiento y desarrollo económico es la fortaleza y la unión de diferentes industrias. Por lo tanto, sería absurdo hablar de la industria de la moda sin mencionar a la industria textil, la industria cosmética, la industria minera, y particularmente, en el caso de los jeans a la cadera, a la industria de las dietas. En busca de la perfección, y las nuevas aspiraciones por un vientre plano, la industria de las dietas siempre tiene espacio para nuevos clientes. Pero, ¿Los números de la industria valen la salud física y mental de las personas?
Sin duda, la moda es algo que puede disfrutarse y explorarse tanto de manera colectiva como individual. Generar una perspectiva de lo que ocurre dentro de la industria es motivación para poner en juego nuestra creatividad, cuestionar las prácticas de las marcas y diseñadores que consumimos, dar visibilidad a las comunidades y grupos minoritarios, y conocer el contexto e historia de nuestras prendas.
El desarrollo económico, junto con la riqueza visual y cultural que rodea a la industria de la moda, es algo que debe estar en constante crecimiento, pero, ¿Es necesario sobrepasar a los grupos vulnerados, las problemáticas ambientales, la explotación laboral, y la salud física y mental, para conseguirlo?
Finalmente, el goce y celebración de la expresión por medio de la moda, también implica una responsabilidad para los consumidores. La realidad es que ese “iconic look” que tardaste horas en seleccionar, tiene más contexto que solo aparecer en las pasarelas de la última temporada.
¿Tú sabes lo que representan tus prendas?